domingo, 17 de febrero de 2019

El valor de los pasos

Llega el frío y el invierno,
y se nos congela el cuerpo por la mañanas.
Sin poder arrancar, sin que funcione la batería,
sin que las botas nos abriguen los pies,
ni las bufandas nos abracen con su calidez.
Cada pensamiento nos deja rígidos y pálidos,
como la nieve y los témpanos de hielo.
Buscamos como podemos la chispa
que nos haga entrar en calor
y sudar al unísono hasta desmayarnos.
A veces, el viento nos susurra al oído
que todo va bien, que es normal,
y que pronto llegarán las flores,
y los árboles se volverán a llenar de hojas.
No hay más remedio que seguir adelante,
evitando perdernos entre la nieve
y las bifurcaciones de la montaña.
No siempre habrá algo que nos sirva de guía,
ni una mano que nos levante y nos reconforte.
Por eso, has de confiar en ti,
en el valor de los pasos que das,
en los errores que te hacen ser más grande y más sabio,
y en que una vez hayas llegado a la cima, tal vez,
puedas ayudar a los que te rodean a alcanzarla también.