El aprendiz comenzó su adiestramiento.
Su maestro le enseñaba a distinguir
entre las zonas de luces y sombras
que nos rodean.
Puso elementos primarios en sus manos para que,
combinándolos,
rellenara los vacíos de su alma.
Paso a paso,
los volúmenes fueron teniendo sentido,
irguiendo su cuerpo y colmando su espíritu.
[fecha original - 2 febrero 2017]
No hay comentarios:
Publicar un comentario